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sábado, 18 de febrero de 2012

Una estrella plantada en ARCO


En 1987 Teatra decidió sumarse al 70 aniversario de la revolución soviética. Tras los primeros años de pasión postmoderna, Teatra llegaba a su sexta entrega, y comenzó a inquietarse por la naturaleza social del teatro. En los largos procesos de reuniones -cada lunes del año- el perfil del compromiso político del artista, comenzó a relucir sobre la testa de Teatra, que intentaba reflexionar sobre la parte más amarga y más injusta de la vida en sociedad.
De algún prematuro viaje a la U.R.R.S. debió traer Tin-Tín de Vigo una preciosa colección de sellos soviéticos; o quizás flaquee mi memoria y fuese otra persona quien la puso sobre la mesa de Teatra. Lo cierto es que aquellos sellos, ampliados hasta los 32 centímetros de alto, (gracias al nuevo formato que adquirió Teatra), se convertían en carteles revolucionarios, filtrados por la retórica constructivista soviética.


Que la portada del número fuese finalmente un homenaje a la bandera de la China de Mao-Tse-Tung, era una de esas licencias frívolas que Teatra seguía tomándose. Aunque estéticamente no hubiese diferencia alguna entre ambas tendencias, y se mostraran absolutamente complementarias.
El stand de Teatra en ARCO, todo rojo y amarillo, se veía desde cualquier parte de la feria. Lo que en principio podría parecer una provocación neocomunista, a la alta burguesía que circulaba y negociaba por ARCO, se convirtió en una especie de ingenioso hallazgo visual, de gran carga expresiva en una feria de arte contemporáneo. Faltaba aún casi un año, para que una campaña radical de Absolut Vodka, resucitara la estética soviética para los escaparates, el comercio y la alta costura. Teatra se adelantó en ARCO 87 a la tendencia que habría de llegar.


El día de la inauguración de ARCO 87 se reunió toda la redacción de Teatra en el stand encarnado de la revista. En la foto puede verse a, Juan Manuel Sánchez sentado sobre la mesa, Pedro Olivera, José Andrés Rojo, (de pie); Blanca Suñén, Alfonso Armada, (sentado con el puño en alto); Javier Vallejo, (apuntando a la estrella); Juan Antonio Vizcaíno, y Ernesto Caballero, sentado en el suelo.  
Brindaron con vodka, (no podía ser otra bebida); se retrataron juntos y con los invitados; y regresaron a sus casas, con la sensación de haber plantado una estrella en ARCO.


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