Vistas de página en total

martes, 31 de enero de 2012

El escudo de las manos


Pareja de guantes amarillos de trabajo, sobre taburete rojo de Habitat, apoyado boca abajo encima de una colchoneta turquesa de tumbona articulada, que perteneció a Adela Escartín.

lunes, 30 de enero de 2012

La mano que toca la Alhambra


La Alhambra que toca la mano de Faba, la encontró en una casa en ruinas de la calle del Mirlo, en el Barrio de los Pajaritos de Granada. Se trataba de un inmueble de tres plantas de viviendas, que iba a ser derribado; no debía haber cumplido el siglo, y ya estaba desahuciado. Resulta extraño que una casa moderna tenga menos vida que un ser humano, con la de ilustres amontonamientos de piedras que han superado el milenio.
Si los gatos, mendigos y amantes furtivos ya se habían colado en aquel viejo bloque, “¿por qué no iba a hacerlo él, con el morbo irrefrenable que le despertaban las casas abandonadas?” -inquiríase a sí mismo el joven Faba-.
El Modernismo –a inicios del S. XX-  resucitó el gusto por lo exótico y orientalista en las artes decorativas. Si hasta las mismas mansiones de Long Island y los Teatros del Nueva York de la época, emulaban estéticamente a la Alhambra; ¿cómo iban a privarse los granadinos, de tener reconstruido el Salón de Comares en el comedor de su piso?
Justo eso fue lo que encontró –en ruinas- el joven Faba, en el interior de la vivienda de la primera planta de aquel edificio. No quedaban muebles o marcos en las paredes, sólo un zócalo de cerámica morisca, que refulgía con los rayos de sol que se colaban en la varada estancia. En su lengua de Las 1001 Noches, los azulejos le pedían al muchacho: “Llévame contigo, llévame contigo”, como si en ello les fuera la vida.
Siendo como era un corazón sensible a las llamadas y las señales invisibles: No pudo negarse. Se encaminó a su casa, (tres pájaros más abajo; vivía en la calle Gaviota), a por un formón, un martillo, unas bolsas y unos destornilladores. Regresó al edificio del Mirlo, subió a la primera planta, entró en el salón de los muros brillantes, y se lanzó con sus herramientas a rescatar a aquellas losetas morunas, como si fueran princesas encerradas en la Torre de la Cautiva.  
Estos azulejos cerámicos llevan con Faba la friolera de casi tres décadas; más los setenta años que debía tener el edificio antes del derribo, completarían la prueba del Carbono 14 para calcular la edad de estos vidriados ladrillos: todo un siglo.

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

domingo, 29 de enero de 2012

La naranja que quiso ser serpiente


Se enroscaba al brazo de Faba, como la serpiente a la copa en el escudo de la farmacia. El antebrazo desnudo de Faba le permitía trepar con tanta facilidad como si fuese una rama. Si mordiese la punta de esta cáscara, inyectaría en la mano de Faba su saludable veneno cítrico. ¡Oh, Santa diosa de las naranjas!
El verde carruaje de la contraventana, suministra misterio a este insólito apareamiento.
La cáscara de naranja serpentina es una de las que penden de la enredadera de hiedra, en la entrada Fenómenos postfrutales.
Iniciamos hoy con esta imagen una pequeña serie en torno a las extremidades del artífice, que irán apareciendo bajo el título genérico: Juegos de Manos.

 

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

sábado, 28 de enero de 2012

Planeta de sombras


La temporada invernal del teatro de sombras de Rioanjizivi, echa el telón hasta nuevo aviso. La pantalla es una manta roja con rayas violetas, incrustada en plena Naturaleza. Limita al Norte con la enramada de hiedra; al Oeste con la rama de madroño, y un cactus orondo; al Sur con dos chirimoyas abiertas; y al Este con la maceta madre de la enredadera.
La silla transparente del manipulador de sombras gravita como un satélite, que gobernara –desde fuera- el planeta sombras.

viernes, 27 de enero de 2012

La gala de las sombras


Habiendo vivido a lo largo de varios siglos en un templo cristiano, la Lápida de Quevedo sabe mejor que nadie lo que es un teatro; incluido el público o la feligresía, que viene a ser más o menos lo mismo: una reunión insólita de creyentes.
Y encontrándose en pleno desarrollo la Temporada del Teatro de sombras vivientes de Rioanjizivi, no ha podido la lápida dejar de sumarse a la Gala de sombras, para la que se ha acicalado con sus mejores joyas, y poder lucir más distinguida que ninguna. Como si una vidriera de la iglesia templaria del Madrid de los Austrias -donde habitara- la estuviese acariciando con su cola de pavo real transparente.

jueves, 26 de enero de 2012

Trenecito de sombras


Tras presentarse ante el público en las tres últimas entradas, los 3 actos de la obra Desfile de sombras, hoy les ofrecemos la representación completa; esto es, un trenecito de sombras, en el que se incluyen algunos de los objetos que las proyectan: la silla mellada del manipulador de Rioanjiziví; y la mesita con florero, portadora de un ikebana en forma de arco.
Este tren tarda en pasar, el tiempo que uno se le quede mirando.

Desfile de sombras
Gabriel Faba. 2005.
Collage fotográfico.

miércoles, 25 de enero de 2012

Punto y guión de la sombra


No fue sólo por culpa del rebuscamiento alambicado de Faba, ni tan siquiera porque su padre hubiera sido un as profesional del punto y raya en el código morse; ni tampoco un capricho lanudo del manipulador de sombras, eligiendo esta manta roja como pantalla; la única razón se debía, a que las mantas rojas de las literas de los trenes nocturnos de RENFE estaban así diseñadas.
Y no es que la robara, ni mucho menos, es que ella se coló en su maleta como si fuera una manta enamorada, decidida a venirse a vivir con él a su casa. Desde entonces han compartido muchos sueños al calor de su profundo abrazo. Su convivencia fue siempre tan cercana, que a la mantita ferroviaria no le quedó más remedio que servir de posadera para cualquier sombra volante que se le acercara.
En tardes de invierno se reúnen tantas sombras en esta Quinta, que su metamorfosis en pantalla del teatro de Rioanjizivi, resultó inevitable.

martes, 24 de enero de 2012

El titiritero de sombras


Antes de la representación, el manipulador de sombras comprueba la perfecta iluminación de su teatro de Rioanjizivi, proyectando su propia silueta sobre los tatamis de la Quinta, donde se acomodará finalmente el público.
Vestido con su kimono verde, apoya sobre su nariz el pulgar de su mano abierta, para ofrecerle una airosa piruleta al respetable ausente. Los manipuladores de sombras saben tanto de perfiles como los numismáticos, los filatélicos, o los retratistas chinos a la tijera; todos son maestros en sacarle el mejor partido a un perfil humano.
La silueta del emparrado de hiedra -al fondo- sitúa la sombra del manipulador en el interior de un bosque luminoso.


PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

lunes, 23 de enero de 2012

La sombra que se ruborizó


La sombra coloreada no existe en la Naturaleza, o al menos no la perciben nuestros ojos. Tal vez el ala de una libélula produzca una sombra que reluzca como una vidriera, pero nuestra vista normalmente no lo capta. Cuanto más evolucionan las especies, y más aumentan de tamaño, menos translúcidas se tornan. Desde los seres microscópicos a los elefantes, hay toda una senda hacia la opacidad.
La luz es la protagonista de nuestra Huerta del Retiro, aunque también lo sea de las sombras de la noche; pero si pudiéramos detectar alguna virtud especial en este rastrillo aéreo, sería el de su transparencia. La magia del día comienza cuando lo atraviesan los rayos solares, tumbados en el diván de la aurora, o del crepúsculo.
En el teatro de sombras de Rioanjizivi, (que podría traducirse libremente del japonés, como El templo donde hasta el dragón se serena; incluido Viz, el más conflictivo y consciente alter ego de Faba), hasta las sillas proyectan sombras coloreadas. En realidad, no todas; sólo la del manipulador de siluetas.
El  único espacio teatral que convierte el sol en lámpara, comienza a ofrecer sus sombras iluminadas, incluso antes de que la representación comience; por eso, cura y sana. En países como Tailandia, se entiende el teatro de sombras como una terapia colectiva, que purifica al público que asiste a la representación.

domingo, 22 de enero de 2012

Temporada de sombras


Igual que en los teatros del Siglo de Oro solía izarse un banderín en el palo más alto del teatro; o en los teatros románticos, encender una linterna intermitente ante su fachada, para que los ciudadanos supiesen cuando se estaba dando teatro en la capital; en la Huerta del Retiro, cuando sus habitantes ven este estandarte colgado de la fachada del teatro de Rioanjizivi, saben que se acerca la temporada de sombras.

sábado, 21 de enero de 2012

viernes, 20 de enero de 2012

En el fondo de una lápida


En la profundidades de la Huerta del Retiro, crecen los viveros.


PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

jueves, 19 de enero de 2012

El bonsai del invierno


El invierno es tacaño a la hora de producir frutos; excepto los naranjos, mandarinos, limoneros y el árbol del pomelo. Un naranjo en enero es una fiesta para los sentidos. Cuando los jardines se encuentran más desnudos, estallan las naranjas en las ramas verde oscuro del árbol rey de los cítricos, como lo hacen los fuegos artificiales sobre los cielos nocturnos veraniegos.

La experiencia naranjil más formidable de Faba, la vivió en una plazuela laberinto del corazón siempre florido de Córdoba, la gran dama de Al-Andalus. Sin apenas darse cuenta, se vio rodeado de naranjas a la altura de la cabeza, caminando por aquella plazuela recóndita. Los vetustos naranjos de gruesos troncos se daban la mano, cruzaban sus brazos, se montaban unos sobre otros; debían llevar siglos conviviendo en aquel reducto de la laberíntica medina cordobesa.

El naranjo que pintó Faba al óleo, (y que hoy viene a alegrar este blog de los frutos perdidos), era oriundo de Torremolinos. Crece y fructifica a la orilla de un genuino edificio de viviendas, con  jardines interiores, donde moran los gatos y los naranjos asilvestrados. Cuando Faba se encontró en la calle con este arbolito cuajado de bolas brillantes, se sintió tan maravillado como aquella vez en Córdoba.  

Había que pintarlo. Realizó todos los bocetos fotográficos a pie de modelo, y con ellos en su equipaje, regresó a Madrid convencido de que iba a pintarlo ese mismo invierno. Lo que no sabía es que comenzaría el cuadro esa misma semana, justo la mañana de la gran nevada de 2009, que era viernes. En lugar de vestirse para ir al trabajo, se quedó en casa pintando naranjas al óleo, mientras  caían los copos de nieve al otro lado de los cristales.

Todo lo que rodeó a este cuadro fue extraordinario desde un principio. Le sucedió al pintor con el árbol, como con aquella mujer japonesa que retratara unos años antes. Cuanto más lo pintaba, más cuenta se daba de que su excelencia dependía de la simple reproducción de los elementos que en él confluían. Resultaba -por tanto- indispensable, pintarlos a todos respetando su individualismo. A más de cien naranjas les dio vida el pintor de Malta, dentro de un rectángulo de 51,4 X 33,6 centímetros; y hay que señalar que fue para él una tarea regocijante.

También recuerda el autor una experiencia que vivió mientras ejecutaba este cuadro. Tras prepararse -al levantarse de una siesta- un jugoso y casi lascivo zumo de naranja y pomelo, sintió que mientras el jugo atravesaba sus labios, su lengua y su garganta, para descender en cascada por el esófago, hasta alcanzar el estómago, iba a Faba transformándosele el cuerpo -por dentro- en un huerto de naranjos. Aquella experiencia cítrica del placer de la existencia, le confirmó que debía entregar todas sus fuerzas a seguir profundizando en el misterio de aquel naranjo.

Cuando interrumpió su tarea, casi dos meses más tarde, todos los que comenzaron a ver el cuadro, ya querían llevárselo. Decían que aquel naranjito estaba vivo, que era como un bonsai del invierno, que no necesitaba regarse, y que nunca estaría marchito. Y algo de razón no les faltaba, pues en cualquier rincón que colgase Faba el cuadro, surgía un jardín sin previo aviso.

Le costó desprenderse del cuadro, que mantuvo consigo casi dos años, a pesar de que todos sus seres queridos se lo solicitaban. Sin embargo, este cuadro ahora vive en Buenos Aires. Fue la recompensa que recibió la modelo, a cambio de no poder llevarse consigo ninguno de los retratos que el pintor le realizara. No ha habido presencia más benéfica para la pintura de Faba, que la de esta mujer siempre hermosa. Nadie podía haber separado al pintor de su cuadro más deseado, que la modelo-debilidad de Faba.

Cuando ella lo eligió de entre todos, le dijo al pintor, que mirándolo, se sentía en el Sur, en Andalucía, en su Córdoba niña; y que llevándoselo consigo a su exilio elegido al otro lado del Atlántico, (y en el hemisferio contrario), se sentiría como en casa, gracias al naranjo.

Si le faltaba algún motivo a Faba para decidirse, al oír estas palabras, se sintió profundamente agradecido y reconfortado. La modelo le confirmó, que todo el naranjal de su memoria había vertido su fragante zumo sobre este cuadro. Siendo ella la descubridora de este fenómeno, merecía recibirlo como regalo.  


Naranjo en invierno
Gabriel Faba. 2009
33,6 X 51,4 cms.
Óleo sobre tabla biselada de caja de vinos

miércoles, 18 de enero de 2012

Escultura crasa


Escultura crasa
Gabriel Faba. 2012 
Fotografía digital de planta crasa,
cultivada en un vaso de yogur como tiesto.

martes, 17 de enero de 2012

Los candiles de las 1001 noches


Los candiles, como los quinqués, los farolillos, las velas o las bombillas, son emisarios de la luz del fuego. Ser candil de Estambul no es cualquier cosa. Toda la herencia de la Cultura de Las mil y una noches, se destila en el fondo de estas vasijas luminosas. Scherezade contó todas sus historias al Rey persa Shahriar, a la luz de los candiles de oro de palacio. Las llamas siempre han inspirado a los rapsodas.
Este juego de candiles turcos arribó a la Huerta del Retiro, procedentes de un viaje que había realizado Faba a Estambul. Los compró al único mercader ambulante que quedaba al caer la tarde sobre la plaza de Beyazid, junto al Gran Bazar y el Caravasar de los Coranes.
La hora bruja gobernaba la atmósfera, cuando Faba llegó hasta la desolada plaza turca; no se veía a nadie. Una nube de hojas de periódico danzaban arremolinadas un metro por encima del suelo. Parecía que el vientecillo fiero los tuviera hechizados, bajo la melodía de su flauta; no quedaba ni rastro de un ser humano.
Estaba en cuclillas mirando hacia el suelo, los pliegos de papel en el aire se lo habían ocultado hasta entonces. Se dirigió hacia el único ser humano que quedaba en la plaza, y observó su peculiar mercancía. Muchos de los objetos que aquel turco ofrecía, podían haber sido comprados por El paciente inglés, para su querido amigo británico.
De entre todas aquellas fruslerías, llamó su atención un grupo de candiles de bronce, que presidía una pequeña lámpara de Aladino, que no se sabe por qué razón, no apareció en este collage de fotografías.
Cerrar la operación comercial con aquel turco tozudo, como salido de una kabila, no iba a ser tarea fácil para Faba; y no sólo por el consabido regateo, sino porque pretendía pagárselos en pesetas. Para aquel turco campero la efigie del Rey Juan Carlos I de España sobre papel moneda, era poco menos que una postal. Cuando intentó  convencerle de cuánto dinero suponía aquel billete en dólares, el turco soltó una sonora carcajada, y guardó sus candiles en una bolsa, negándose a cerrar la operación.
Ante la insistencia del cliente, empeñado en no marcharse de allí sin sus candiles de Scherezade, el rústico turco se dirigió hacia uno de los remolinos, donde fue recogiendo una a una hojas de periódicos, hasta encontrar la página donde figuraba la cotización de la moneda extranjera. Regresó con el papel en la mano, y se lo mostró al extranjero, que no entendía lo que estaba sucediendo. Recogió el turco toda su mercancía y le indicó con un gesto que lo acompañara.
Cruzaron bajo un arco, para ingresar en el Caravasar. En todos aquellos locales con los toldos echados, vendían libros religiosos de todos los tiempos, y caligrafías de pan de oro. Bajo los emparrados con racimos de uvas colgantes, Faba seguía al turco, sin saber hacia dónde lo conducía. El laberinto de callejuelas por el que se iban introduciendo, aumentó su inquietud, hasta que reconoció en aquellas largas galerías de tiendas, las imágenes típicas del Gran Bazar de Estambul.
De pronto, el turco tozudo giró a la derecha, y a los pocos metros salieron a una avenida moderna, por la que circulaban de nuevo los coches, y en la que seguían abiertas al público, algunas  tiendas. Respiró Faba aliviado, al sentirse de nuevo en el interior de las fauces del confort urbano. Se sintió mucho más seguro, como si acabase de salir de un mal sueño.
Atónito descubrió al turco entrando en una cercana Agencia de Viajes. A través de la pared de vidrio de la oficina, vio al rústico mostrándole -con cara de incredulidad- la hoja del periódico al Agente de viajes, quien pareció confirmarle, que ese billete en pesetas, parecía valer lo que el extranjero había dicho, desde el primer momento.
Con una sonrisa de oreja a oreja, el vendedor se acercó a su cliente, y con toda amabilidad le entregó el cargamento de candiles, envueltos en hojas de periódico, y aceptó por fin el billete. Debía haber cerrado el gran negocio del día. Por su parte, Faba también resultó satisfecho, había conseguido traerse de aquel viaje, la preciada luz de las 1001 noches.

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

lunes, 16 de enero de 2012

Elogio de la penumbra


La sombra es parte de la belleza en la cultura japonesa, (por ejemplo la tinta china); frente a la hegemonía de la luz en la estética europea. Así lo afirmaba Junichiro Tanizaki en 1933 en su libro-manifiesto El elogio de la sombra. Tanizaki no sólo entra a calibrar el valor de la penumbra, de lo tenue, del reflejo o de la transparencia, sino que realiza un sutil e impactante recorrido por las artes constructivas, cerámicas, caligráficas, teatrales, y hasta sobre la ceremonia y el arte de la defecación.
En la Huerta del Retiro, (y más en concreto en el teatro de sombras vivientes de Rioanjiziví), Tanizaki es algo más que un profeta. Lo que en la Huerta y en las pantallas de este teatrito sucede, parece que tiene su razón de ser en lo que aquel escribiera, aunque no estuviera aquí leído.
Siéntese Faba cercano al espíritu del budismo Zen japonés, en su vinculación telúrica con la Naturaleza como sinónimo de Dios, y en esa apreciación de encontrar lo extraordinario en las cosas rudimentarias, cotidianas y sencillas. Pero cuando observa los resultados de su trabajo en la Huerta, piensa que su andalucismo apasionado y excesivo termina imponiéndose, hasta el punto de que su obra podría ser calificada como barroco-zen.
Actuar es jugar sobre el escenario, mientras alguien te escucha y observa. Juega Faba en su teatrillo de sombras a experimentar con las proyecciones, en potenciales soportes y materiales que puedan tanto ocultar como mostrar al objeto o sujeto protagonista. El misterio nace de ignorar parte de lo mostrado. En el instante que el observador tenga que usar su imaginación para completarlo, empezaremos a transitar por el territorio de la comunicación artística.
Estas persianillas verdes colgadas de un alambre de acero, dejaban pasar la luz, a la par que ocultaban parte de lo mostrado, creando la sombra. No hace falta oscuridad en la sala, para que en este teatrillo colgante comience a circular la magia. En esta ocasión, la familia Hiedra ejecuta su rapsodia de la luz y la sombra, para seguir transmitiendo el arte de estar vivo.
¿Qué sensación experimentaría el público de este teatro de nada, si de repente llegara volando una banda de mariposas a posarse sobre las hojas de esta enramada de hiedra?

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

domingo, 15 de enero de 2012

El puzle de piedra


Tomaba el té Faba frente a la mesa de mármol, sobre la que había reunido los trozos de una lápida, que había rescatado del contenedor de escombros de una cercana iglesia. Tras una frenética noche de traslado de las piezas, (en el interior de un carrito de la compra), un cierto resquemor comenzó a perturbarle: ¿qué demonios rezaría el texto de aquella losa epigráfica?
Si por una parte no era propio de un templo con tanta solera, que se inscribiesen mensajes vergonzosos, para quien leyera esos textos de piedra; por otra, también podía suceder que la lápida rememorase un suceso macabro, o la visita de algún Caudillo llamado Franco. Convivir con ese nombre en su jardín, era algo que no iba a producirse, lo que implicaba que habría que sacar las piedras de nuevo de la Quinta, con el esfuerzo extra que eso implicaba.
Igual que Edipo frente a la esfinge, bebía Faba tazas de té, para concentrarse en ordenar las letras y descifrar su enigma. Aunque se encotraba exhausto tras una noche entera de mudanza lapidaria, no podía irse a la cama sin saber lo que aquel surtido de piedras conmemoraba.  Aquel pesado rompecabezas le había robado también el sueño.
Ni las ramas de hiedra, los lingotes de granito, o el salvamantel de conchas donostiarras, sirvieron para inspirarle. Los restos de la lápida refulgían en pálidos rosas, grises y violetas, contra el ámbito dorado de los muros de la Huerta. De pronto, Faba sintió que había recibido la primera revelación: aquellas piedras artificiales tenían siglos de antiguedad.  

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

sábado, 14 de enero de 2012

El extraño soplillo de Palencia


Este antiguo soplillo de azufre despertó en Faba una misteriosa pregunta, cuando lo descubrió en aquel rastrillo dominical de la plaza mayor de Palencia: ¿Sería el mismo que pudo haber utilizado su padre, cuando se incorporó por primera vez a la cuadrilla de azufradores, que regentaba su abuelo todas las primaveras por Tierra de Campos? Tomás Faba viajaba desde el sur almeriense hasta el núcleo más antiguo de Castilla, para azufrar las viñas de algunas fincas de Carrión de los Condes.

Llamó poderosamente su atención aquel artefacto metálico plateado, añadido a la tapa de madera de aquel fuelle aviva-lumbres. Su forma de cono truncado remitía a un depósito, con una boquilla en forma de tubo quebrado. Le preguntó al vendedor, que para qué servía, y éste le relató su pasado vinícola, como herramienta de los azufradores de viñas.

La palabra azufre unida al cultivo de la uva, sonó en sus neuronas, como una coz que le devolvió a sus orígenes; aunque no los hubiera vivido, también eran suyos. Comprar el soplillo de azufre palentino, más que una adquisición, fue la recuperación de una pieza perdida de familia. La voz de la sangre obliga.


PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

viernes, 13 de enero de 2012

El Consulado del mar


La Huerta del Retiro tiene nostalgia de mar. Ubicarse 655 metros por encima del nivel marítimo en Alicante, más otros 18 por encima del ras de la calle, desaliniza la naturaleza de cualquiera. A Faba le sucede lo mismo que a ella: se siente pez exiliado en el centro de la meseta.
Con lo pescaíllo que fue -de renacuajo- en las playas de la Malta de su infancia. Buceador de fondos marinos, escrutando y procesando -como un Cousteau prematuro- tanto la floresta de algas y anémonas entre las rocas cercanas a la playa; como los más distantes bancos de arena clara, sobre los que bailaban su danza turquesa los rayos del sol. Bajo sus rubias arenas, camuflaban los rascacios sus lomos peludos.
Por esta razón, la Huerta del Retiro sufre ventoleras marinas de cuando en cuando, y le da por disfrazarse de litoral. Aprovechando este azulado entorno, queremos presentarles a la Puerta Atlántica, que (aunque tuvo vocación de ser Gran Puerta Oceánica, como las de los Surrealistas), se quedó en raspa de puerta pintada de azul tiza.
Una estrella de mar en lo alto del muro, una pareja de tritones portugueses de madera, coronando la puerta; un caballito marino de barro, suspendido del vertical emparrado; una oronda y voluminosa concha blanca, que reposa sobre una maceta de cerámica de Níjar; y un par de langostinos de porcelana -valencianos- que reposan en el suelo sobre un trozo de lápida, forman un arco marino que traslada su tensión azul por toda la Huerta.
Las palabras -atroces aliadas del ser humano- no podían faltar en este Consulado del Mar. La pareja originaria de azulejos granadinos de cuerda seca, pronuncia su nombre, HUERTA DEL RETIRO, como un beso que se da, sin abrir los labios. EPTIEM XX D N FRAN ED Y VILLE DRID EL, pronuncia en su lengua tartaja y mutilada, la lápida de Quevedo, con su elegante tipografía fantasma. NJIZI se alza en letras blancas sobre fondo turquesa, anunciando en la cumbre de la terraza, el Teatro de Sombras Vivientes de Rioanjiziví.
El zócalo elevado de una banda de azulejos de falsa Alhambra, se pliega en ángulo –como la lápida- acoplándose al rincón del muro. Sus estrellas multicolores saltan por el aire, como un alegre cardumen de peces voladores.

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

jueves, 12 de enero de 2012

Coordenadas de un ombligo


A la luz y a la sombra, el guardián de la electricidad se convierte en el ombligo de la Huerta del Retiro. Limita al Norte con el muro dorado de la Quinta, al Este con la lápida de Quevedo, invertida; al Oeste con el marco de madera cobriza del balcón; y al Sur con la explanada del viejo mármol blanco de la mesa.
Aunque aquí aparezca majestuoso y solitario, el guerrero vikingo del Museo Británico, recibió con el tiempo el refuerzo de otras dos figurillas de plomo: un Giraldillo- veleta, réplica del que corona la torre de la Giralda; y un Arcángel San Rafael -Patrón de Córdoba-, que cumple la misma función sobre el alminar cristianizado de la Mezquita. Tres insignes vigías para proteger aquel torrente eléctrico.

miércoles, 11 de enero de 2012

El guardián de la electricidad


Preservar la intimidad nos hace dignos. Con la misma entereza, el soldadito de plomo vikingo vigilaba de día y de noche, para que nada ni nadie interrumpiese el caudal de energía eléctrica que abastecía a la Huerta. De ella dependían no sólo las ristras de bombillitas de la baranda; sino también el agua de las fuentes, y las herramientas eléctricas que facilitaban las tareas manuales de Faba.
Con su escudo, su lanza, su casco plano y su cota de malla, el guardián de la electricidad, (adquirido por Faba en la tienda del Museo Británico de Londres), se sentía resucitado para las grandes hazañas épicas. Probablemente sería el habitante más diminuto de la Huerta, pero su responsabilidad era -entre todas- la más alta. Si llegara a fracasar en su misión, y la electricidad se perdiese en la Huerta, resultaría un suceso tan grave, como si el sol y su luz no regresasen cada mañana.   

lunes, 9 de enero de 2012

La entrada ciento diecinueve


Ciento dieciocho entradas para ti han crecido en cuatro meses en la Huerta de esta Quinta de Santiago. Desde que abriera sus puertas el pasado 2 de Septiembre, ni un solo día hemos estado solos. Nos habéis visitado desde España 1884 veces, desde Rusia (273), Alemania (169), Estados Unidos (107), Argentina (34), México (32), Ucrania (11), Ecuador (10),  Perú (9), Chile (8),  Colombia (7). Y también de Italia, Francia, Inglaterra, Letonia, Malasia, Puerto Rico, Japón; y un chino de Sao Paulo, que no se enteró de nada.
Si en rangos internáuticos puede que no sea para echar las campanas al vuelo; en otro sentido, habría que preguntarse si los visitantes de una galería de arte, o los lectores de un nuevo libro, reciben o alcanzan los 2585 interesados, que han entrado en esta Quinta en los 4 últimos meses.
Sin lectores o visitantes, un blog no tiene sentido. Y aunque no sean los quinteros muy adictos a dejar comentarios, el autor los vigila por las estadísticas del blog, y sabe de sus visitas. Si Estados Unidos y nuestro visitante de Alemania, (que lo hace religiosamente  a diario), se interesaron por este blog desde sus inicios; la oleada rusa llegó algo más tarde, y pronto se convirtió en masa. Ha habido días que la Quinta ha recibido más visitas de Rusia que de España. A ellos estuvieron dedicadas las entradas del astronauta Gagarin, como reconocimiento a su interés. (Los que nos leéis desde allí, ¿sois rusos que habláis español, o latinos o españoles que vivís en Rusia? Se trata de pura curiosidad.)
Cuando se controla a las visitas con un mapamundi, en el que los países se rellenan de color según el número de sus visitantes, se comprueba lo importante que resulta el idioma para comunicarse. Un blog en lengua española tiene muchos potenciales lectores, aunque puede que también haya visitantes que no lean nada, y se sacien con las imágenes que florecen a diario en esta Quinta con Huerta.
En cualquier caso, todos sois bienvenidos, porque el público es la sangre limpia que corre por las arterias del arte y el espectáculo. Sin vuestras visitas este blog perdería su razón de ser, y no tendría sentido. Muchísimas gracias a todos por seguirnos y visitarnos, en ellos nos va la vida. Además, consuela y gratifica tanto, saber que no estamos solos…

P. S. Esta entrada se escribió inicialmente, para celebrar la efemérides de haber llegado a las primeras cien entradas de este blog. Como coincidió con la publicación del Retablillo de la Navidad, no nos pareció oportuno interrumpir su atmósfera tan particular y delicada, incrustando otra celebración en su seno. Como tampoco hemos querido privarnos de reconoceros nuestro agradecimiento, hemos aprovechado la primera ocasión, para recuperar, actualizar y hacer públicas estas palabras.

PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com

sábado, 7 de enero de 2012

Descartes del Retablillo de Santiago


Abre esta entrada de extras inéditos, una escenografía para una sesión de magia y luz negra, que se consiguió a partir del catafalco transparente con plumas de la cola de Pipi, (el canario libre de Santiago), y las cabriolas de una estrella funambulista.  

El Arcángel San Miguel de la Huerta –nacido austriaco- se volvió hacia el infinito para retratarse con el forillo de la Vía Láctea del Retiro, bajo una guirnalda brillante como sus alas de oro y plata.

Este ratoncillo con ojo bailón, es una goma de borrar petrificada, que vive en el bosque de cardos gigantes, donde gusta dormir, a veces, Jesús el pastorcillo.


El fantasma de este Strong-Belén estrafalario es de color verde lima. Cubre con una sabana de tul su cabezota de peladillas, y lleva al cuello gargantillas de rayos verdes y flores amarillas. El ratoncillo Pérez (un tanto convencional en su aspecto), se muestra alerta ante una presencia tan ácida. Esta imagen sirvió como christma para la niña Livia de Siena, ya que sus dos protagonistas proceden de la canastilla-recuerdo de su Primera Comunión, celebrada el último mes de mayo.


Esta grulla japonesa -princesa de la papiroflexia- nació en un aula de teatro, de manos de un estudiante de escenografía, aficionado a las artes orientales. No se sabe qué poder despliega para estar rondando por cualquier parte; lo cierto es que ha conseguido resistirse a ser encerrada en un caja, o entre las páginas de un libro. Tiene una extraña virtud esta grulla de papel, y es que puede detectar dónde hubo un pájaro vivo, antes que ella. Como un Espíritu Santo que se hubiera quedado a cuadros, levita sobre el catafalco plumífero de su colega Pipino di Siena, otrora –como él- pájaro libre.


Esta raíz de alga de la Costa de la Muerte, no llegó a hacer buenas migas con esta bola de espejitos discotequera. Su desequilibrio detenido le otorga cierta tensión a la imagen; como si fuese una perla de espejos en el interior de su concha. 


De tan inquieta y juguetona que es nuestra estrella de mar navideña, ha corrido serios peligros en estas dos semanas de guardia en el cielo belenífero. A punto estuvo de perder algo más que una pata, cuando se cruzó con un vuelo charter, que llegaba a Strong-Belén cargado de peregrinos.


La abuela de la estrella de mar, además de grande, robusta y gorda, llevaba en la otra cara, pintado un Papá Noel de traje rojo, con guantes blancos y botas negras. Parecía desconchada por las puntas, tanto o más que su nieta, la estrellita de mar alfeñique.


Estos caganets no dieron bien en cámara, desde un principio; el falo mullido -contra el que apoyaban sus posaderas- les quitó todo el protagonismo. La banderita suiza rayando el glande de goma, disuadía completamente de alguna posible intención pornográfica. Haberla publicado en Nochebuena no hubiese terminado de encajar a la perfección con el espíritu de la fiesta; por eso se quedó en el trullo de los olvidados.


PETICIONES FINALES

- Si te gusta lo que ves y lees, ayúdanos a difundir este blog, enviando el enlace a tus contactos.

- “Las ideas mueven el mundo. Por favor respeta el copyright de las que no sean tuyas.”
- Si deseas contactar con el autor, o estás interesado en la adquisición de alguna obra de Faba, puedes hacerlo en luisportres@gmail.com