A la luz y a la sombra, el guardián de la electricidad se convierte en el ombligo de la Huerta del Retiro. Limita al Norte con el muro dorado de la Quinta, al Este con la lápida de Quevedo, invertida; al Oeste con el marco de madera cobriza del balcón; y al Sur con la explanada del viejo mármol blanco de la mesa.
Aunque aquí aparezca majestuoso y solitario, el guerrero vikingo del Museo Británico, recibió con el tiempo el refuerzo de otras dos figurillas de plomo: un Giraldillo- veleta, réplica del que corona la torre de la Giralda; y un Arcángel San Rafael -Patrón de Córdoba-, que cumple la misma función sobre el alminar cristianizado de la Mezquita. Tres insignes vigías para proteger aquel torrente eléctrico.
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