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lunes, 21 de noviembre de 2011

Morir, soñar, tal vez pintar



¿Qué peligros corremos mientras dormimos? ¿Qué parentescos estrechos guarda la muerte con nuestros sueños diarios? Coma temporal, llaman al sueño, algunos médicos. Mientras dormimos, nuestro cuerpo se torna casa desprotegida, en la que pueden colarse ladrones para robarla, o peor aún, para ocuparla.
La sombra greñuda que mira a Faba, (mientras duerme al sol su plácida siesta, sentado en el suelo de la terraza), es una sombra aviesa, malintencionada, pues no resulta natural que nuestra propia sombra nos contemple mientras estamos durmiendo. Sólo miran de esta manera, los ladrones de almas.
La metamorfosis de Faba se produjo en las circunstancias que refleja este dibujo: la posesión que sufrió aquel cuerpo dormido, por la sombra melenuda de un pintor llamado Faba, que paseaba sin cuerpo por la Huerta del Retiro. El escritor y el crítico teatral quedaron vampirizados, por ese artista vagabundo, habitante radical del hemisferio izquierdo del cerebro, llamado -entonces- Raimundo.
El dibujo está realizado sobre un pliego de papel amarillo yema, que sirvió de prueba para las maquetas del número 10 de la revista Teatra, dedicado a la muerte, y procede de la imprenta madrileña de Prudencio Ibáñez Campos. Este papel plegado llevaba habitando con Faba durante años, esperando que se revelara el destino para el que estuvo reservado.
La sombra que mira a Faba forma parte de un Tríptico de la Transfiguración, integrado por tres autorretratos del pintor: Con los días contados, donde Faba surge pleno ante las Torres Gemelas, en una estampa anterior a su enfermedad, y a la caída de aquellas; El tránsito de Faba, donde dio su propia interpretación de lo que significa el paso de la vida a la muerte, ayudado por la puesta en escena brujeril de Goya; y esta tercera faceta del mismo proceso de transformación, tomada 20 meses después de su infarto.
Dio un paso atrás el escritor frente al artista, para seguir sobreviviendo. ¿Se malogró un plumillas con solera, para dar paso a un pintor sin formación académica? La pregunta deviene ociosa, porque no afecta a la subsistencia, pero dentro de su caprichosa naturaleza podría ser respondida con un simple: "No pudo hacerse otra cosa". Seguir viviendo gracias a una segunda oportunidad, enseña que sólo importa lo que puede hacerse, no lo que podría haber sido hecho.

La sombra que mira a Faba
Dibujo al pastel y lápiz de punta de plomo,
sobre papel plegado de imprenta, color calabaza.
80 X 50 cms.
Gabriel Faba. 2005.


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