De oro es el suelo en el patio del muro de las lamentaciones.
Una rodaja seca de limón es la luna,
y el sol, el centro de una diana cuadrada.
El maniquí articulado realiza su acto de contrición
con la mano y la frente en el muro apoyadas.
Eleva su rezo y plegarias por el final del verano
hacia un cielo planchado de estrellas de plata.
Un Edelweiss de los Alpes florece sobre la tapia dorada.
La Biblioteca del tiempo pasa implacable sus páginas.RUEGOS FINALES
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