Con dos peonzas por ojos,
un pandero rojo y gualda por sombrero,
una pareja de golondrinas saliendo de su boca,
y un demonio colorado plantado sobre la testa;
el florido Gabriel Faba se transforma en juguete portugués,
ante las hiedras del Jardín Botánico de Oporto.
Si pasear por Portugal es pisar poesía,
enmascararse con sus tiernos abalorios
produce una metamorfosis lúdica y lírica.
Foto: Juan Manuel Sánchez
RUEGOS FINALES
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