(Se recomienda visualizar la imagen a pantalla completa -F11-, antes de leer el texto.)
El muchacho que se vislumbra en esta imagen, tenía 20 años aquel día de playa. Acababa de pasar la Guerra Civil española junto a su padre y hermanos, abriendo frentes por toda la península. El destino le llevó hasta Los Barrios, un poblado del campo de Gibraltar, donde se le acabaron los tiempos del hambre. Estrenaba juventud hartándose de los placeres de la vida.
Este bañista de 1940 en la playa algecireña de Getares, (frente por frente al Peñón de Gibraltar, que entre nubes, al fondo se vislumbra), muestra su esplendor en la arena, vestido sólo con un bañador de rayas.
La fascinación pictórica de Faba por Goya, le llevó desde muy temprano a interesarse por el grabado. Lo más parecido que encontró a la técnica del aguafuerte, (que pudiera realizar por sí mismo), fue rasgar un viejo pliego de lija al agua con un punzón metálico. Consumió varios en la realización de este dibujo al hierro, pues si hubiera sido al acero, sólo habría necesitado uno de ellos.
Dibujar con luz resulta muy gratificante. En vez de ir oscureciendo un papel blanco, los rasguños producidos en la composición mineral de la lija, permiten asomar la luminosidad del papel, y dar paso al dibujo. Dibujar olas y agua con un punzón metálico, tampoco deja de resultar inquietante
El hecho de que el fondo sea tan oscuro y la luz de los trazos tan leve, da al resultado final un aire sonámbulo, como si la escena, en vez de suceder a pleno sol, estuviera ocurriendo bajo la luna llena. Gracias a esta atmósfera onírica, no le importó nada a Faba que la figura final tuviese tres manos, tres brazos y unos hombros amplísimos, sobre los que se aposentaba una sola cabeza.
La razón para que esto sucediese no fue deliberada. Dibujar en el centro de un pliego de lija, daña la mano apoyada. Por lo cual, una vez que tuvo dibujada la cabeza, para descansar su mano del roce, decidió continuar con el dibujo de las piernas que -al encontrarse a la derecha- le permitía apoyar su mano directamente sobre el tablero. Al ir a juntar las dos partes del cuerpo, se dio cuenta que había realizado mal sus cálculos, e intentó enmendarlo sobre la marcha, siendo éste el resultado.
Percíbense además del rasguño superior en el papel de lija, y de que este joven no tenga ojos, (como no la tienen las estatuas), unos pequeños toques azules índigo, que el dibujante aplicó sobre la lija, posiblemente para contrarrestar algún exceso luminoso.
Por último, y por si alguien lo ha sospechado y quiere confirmarlo, efectivamente, el joven modelo bañista es el padre de los Faba.
Esplendor en la arena
Gabriel Faba. 2005.
Dibujo al hierro sobre papel de lija al agua
20 X 15 cms.
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